La Caza Del Bismarck,
Batalla Naval, Segunda Guerra Mundial.
A MEDIADOS de mayo de 1941
Inglaterra estaba atravesaba días difíciles. Llevaba casi un año de resistir sola a las
formidables y victoriosas potencias del Eje. En el mar la situación iba de mal
en peor.
Debido a un temible
acorazado
de origen alemán,
que estaba dejando sin suministro y sin naves a los aliados.
En
este relatos de los marinos ingleses citan los siguientes: Los hundimientos aumentaban de manera alarmante, y
el mando alemán atacaba ahora las líneas inglesas de comunicación no solamente
con submarinos y aeroplanos sino con unos temibles buques de superficie. Al que
ellos le llamaban el Bismarck!
Noticia llego en el mejor
momento, se supo que habían avistado en el Cattegat dos grandes navíos
alemanes, que fuertemente escoltados y en compañía de dos buques mercantes
navegaban hacia el Norte.
Al parecer, uno de esos navíos era el nuevo y poderoso acorazado
“Bismarck”.
Inmediatamente surgió un muro de preguntas, que planeaban los alemanes,
entonces todos los buques se pusieron en marcha para la mayor caza de la
historia.
Esta escuadra alemana Representaría una gravísima amenaza para
Inglaterra, los ingleses dieron por sentado que ese era el plan de los
alemanes, Tomar a Inglaterra de una vez y por todas y entonces los
ingleses formaron sus propios planes.
´pero surgió un problema que capitán seria tan valiente para enfrentar a
Bismarck?
Huboun silencio en la sala
de de batalla, entonces un capitán en la
segunda fila se puso de pie y dijo;
capitán John Tovey, comandante de la
escuadra metropolitana. Quin se disponía s
enfrentarse al “Bismarck” con dos
acorazados de línea (el “King George V” y el “Prince of Wales”), dos cruceros
de combate (el “Hood” y el “Repulse”) y un portaaviones (el “Victorious”).
La proporción de cinco barcos contra uno parece
satisfactoria. Pero el “Bismarck” era una unidad temible. Desplazaba más que
cualquier acorazado inglés. Montaba como artillería principal ocho cañones de 15 pulgadas (38,1
cm.), o sea, superiores en una pulgada (2,54 cm.)
En vuelo sobre el litoral noruego, el piloto de un Spitfire
especial (imagen de un spitfire) adscrito al Reconocimiento Aerofotográfico de
Costas avistó y fotografió en la tarde del 21 de mayo, a la 1,15, dos navíos
alemanes surtos en un fiordo escondido cercano a Bergen. Se comprobó que uno de
ellos era el “Bismarck” y el otro un crucero, que más adelante resultó ser el
“Prinz Eugen”.
A las 8,30, después de una hora de andar a toda
máquina, el “Norfolk” salió
repentinamente de la bruma y avistó por babor al “Bismarck” y al “Prinz Eugen”,
a unas seis millas de distancia.
El capitán Phillips metió todo el timón para virar a estribor y buscar nuevamente el amparo de la bruma, tendiendo al mismo tiempo una cortina de humo que protegiese la retirada. Pero esta vez el “Bismarck” estaba alerta y rompió certero fuego de artillería. Tres andanadas de las piezas de 15 pulgadas horquillaron al “Norfolk”, y una cuarta andanada cayó en su estela. Por milagro de la suerte no le dio de lleno ningún proyectil; y aunque lo alcanzaron algunos fragmentos grandes, logró internarse de nuevo en la bruma sin haber sufrido averías. Ya a salvo en la bruma, el “Norfolk” maniobró, como antes lo hiciera el “Suffolk”, a fin de seguir al enemigo guardando una distancia conveniente. Navegó manteniéndose a babor de los navíos alemanes, con el objeto de impedir que burlasen su vigilancia virando en esa dirección.
En la semiclaridad de la noche ártica, continuó
la caza en que perseguidos y
perseguidores, surcando casi a toda máquina las heladas aguas del Estrecho de
Dinamarca, atravesaban por entre brumazones, turbonadas y nevascas. Entretanto,
la escuadra del vicealmirante Holland —compuesta del “Hood”, el “Prince of
Wales” y seis cazatorpederos— había estado avanzando velozmente para cortarle
el paso al enemigo. A las 5,35 de la mañana del 24 de mayo el vicealmirante
avistó los dos navíos alemanes. Cambió entonces el rumbo a fin de ponerse a
tiro. Los oficiales y la gente, que habían permanecido en sus puestos de
combate desde poco después de medianoche, se apercibieron a hacer girar las
pesadas y silenciosas torres. A bordo del “Norfolk” y del “Suffolk” crecía la expectativa.
Con la llegada de los dos navíos de línea, la
misión de ambos cruceros quedaba felizmente cumplida, y tanto la oficialidad como la gente, olvidándose
de las pasadas fatigas, se disponían a presenciar la destrucción del enemigo.
Lejos estaban de imaginar siquiera el espectáculo que iba a desarrollarse ante
sus ojos. Todo ocurrió con extrema rapidez. El “Hood” y el “Prince of Wales”
abrieron fuego contra el “Bismarck” a distancia de 25.000 yardas (23
kilómetros). El “Bismarck” y el “Prinz Eugen” contestaron inmediatamente.
¿Contra cuál de los buques ingleses disparaban los alemanes? Tras ansiosos
instantes de espera, la dotación del “Prince of Wales” advirtió, no sin alivio,
que ambos navíos habían elegido por blanco al “Hood”. En los modernos duelos de
artillería naval, los principales puntos de referencia para regular el tiro son
los surtidores que levantan los proyectiles cuando caen al mar. En el caso de
proyectiles de grueso calibre, la altura de esos chorros de agua llega a unos
60 metros.
Al pie del palo mayor del “Hood” surgió una gran llamarada que se
extendió rápidamente hacia proa. Para los observadores de los cruceros ofrecía
el aspecto de un disco inflamado, semejante al del sol poniente cuando se hunde
a medias en el horizonte.
Todos se preguntaban si sería humanamente posible
dominar el incendio. Las llamas
se aplacaron un tanto; luego parecieron oscilar. El enemigo rectificaba con
gran prontitud la puntería. El “Bismarck” había horquillado al “Hood” varias
veces, y era muy probable que hubiera hecho blanco. De súbito, las dotaciones
de los cruceros ingleses vieron horrorizadas una vasta erupción de llamas
gigantescas entre los dos mástiles del “Hood”, de en medio de las cuales
ascendió al cielo una gran bola de fuego.
El destrozado “Bismarck”, en alto todavía el
pabellón, se fue sobre el costado de babor, dio la voltereta y, quilla al cielo, se hundió
silenciosamente en el mar. Todo había concluído. El poderoso navío alemán
acababa de sucumbir después de batirse valerosamente contra fuerzas superiores.
Cuanto restaba del “Bismarck” eran unos cuantos centenares de hombres de su
dotación, cuyas cabezas se veían sobresalir entre las alborotadas olas. El
crucero “Dorsetshire” y el cazatorpedero “Maorí” recogieron 110 de esos
hombres. Un vigía avisó luego que acababa de avistarse el periscopio de un
submarino, y los buques ingleses se alejaron. La caza del “Bismarck” fue una de
las más largas, laboriosas y sostenidas que registra la historia naval. En
punto a dramáticos cambios de la suerte; a febril entusiasmo que se torna en
hondo desengaño; a brillantes victorias que se convierten rápidamente en
completa derrota, es probablemente caso único en la historia del mar.
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