Valores de la familia.
La alegría:
La alegría es un valor que se siembra primeramente en el
seno familiar. Es en el núcleo familiar donde se procura que los miembros se
ayuden unos a otros en sus necesidades, en la superación de obstáculos y
dificultades, así como el compartir los logros y éxitos de los demás.
En el fondo lo que se fomenta es dejar el egoísmo a un lado,
buscando el bien y compartir con el otro. Cuando nos centramos en nuestras
preocupaciones y no estamos dispuestos a ayudar a los que nos rodean somos
egoístas. El egoísta no suele ser una persona alegre. Es en este darse a los
demás miembros de la familia donde se obtiene la alegría.
La generosidad:
La generosidad es uno de los valores que se fomentan en la
vida familiar. Entendiendo por generosidad el actuar en favor de otras personas
desinteresadamente y con alegría. Hacer algo por otras personas puede
traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas, prestar juguetes, dar
tiempo para escuchar y
atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.
Se notará una actitud generosa en una persona que se
esfuerza por hacer la vida agradable a los demás miembros de la familiar.
El respeto:
El respeto hacia los demás miembros es otro de los valores
que se fomentan dentro de la familia, no sólo respeto a la persona misma, sino
también a sus opiniones y sentimientos. Respeto hacia las cosas de
los demás miembros, respeto a su privacidad, respeto a sus decisiones, éstas,
por supuesto, adecuadas a la edad de la persona. Es en la familia donde el niño
aprende que tanto él o ella como sus ideas y sentimientos merecen respeto y son
valorados.
La justicia:
La justicia se fomenta en el seno de la familia al
establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma. Recordemos que la
justicia consiste en dar a cada uno lo que les corresponde. Una persona que se
esfuerza constantemente por respetar los derechos de los demás y le da a cada
uno lo que debe, tiene la virtud de la justicia.
La
responsabilidad:
La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los
propios actos, no solo ante uno mismo sino ante los
demás. Para que una persona pueda ser responsable tiene que ser consciente de
sus deberes y obligaciones, es por ello, de gran importancia que los hijos
tengan sus responsabilidades y obligaciones muy claras. Por ejemplo, el niño
debe tener claro que es su responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus
estudios, que debe poner el mayor trabajo y empeño en esta actividad, en
beneficio propio y en respuesta a la oportunidad que le brindan sus padres.
El desarrollo de la responsabilidad en los hijos es parte
del proceso educativo, esto con vistas a la participación de los hijos en la
vida familiar primero, y a la vida en sociedad después, de una manera
responsable y autónoma.
La lealtad:
La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que
nos unen a otros, de tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar dichos
vínculos así como los valores que representan. La aceptación y el
reconocimiento de este vínculo no se centra hacia el futuro, como una
posibilidad, sino que es una realidad actual. Este vínculo no pasa con el
tiempo, es profundo, suele madurar y fortalecerse a la larga.
La autoestima:
La autoestima es uno de los valores fundamentales para el
ser humano maduro, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y
fundamentos en el núcleo familiar.
Se entiende por autoestima la visión más profunda que cada
persona tiene de sí misma, influye de modo decisivo en las elecciones y en la
toma de decisiones, en consecuencia conforma el tipo de vida, las actividades y
los valores que elegimos.
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