Introducción.
La morfosintaxis es una parte de la lingüística que
estudia, concretamente, el conjunto de las reglas y los elementos que hacen de
la oración un elemento con sentido y carente de ambigüedad. Para ello, el
análisis morfosintáctico se ocupa de marcar las relaciones gramaticales que se
dan dentro de una oración, las relaciones de concordancia, las indexaciones y
la estructura jerárquica de los principales constituyentes sintácticos.
Morfosintaxis
La morfosintaxis se refiere al conjunto de elementos y
reglas que permiten construir oraciones con sentido y carentes de ambigüedad
mediante el marcaje de relaciones gramaticales, concordancias, indexaciones y estructura jerárquica
de constituyentes sintácticos.
Para llevar a cabo el estudio
morfosintáctico de una oración, lo que se hace es: Sumar a un estadio morfológico otro
sintáctico. Es decir, primero analizamos las palabras, una por una, y
establecemos su tipología y categorización: de esta forma tendremos sustantivos, verbos,
determinantes, preposiciones, etc.
Posteriormente, haremos un análisis de
tipo sintáctico, lo que nos
llevará a establecer la función de esas palabras y sus agrupaciones en
sintagmas. Así obtendremos el núcleo de la oración, el
sujeto y el predicado, los complementos, y las relaciones entre ellos.
Ejemplo.
La oración “Juan compró un regalo
para su madre”, primero haremos un análisis morfológico que nos dirá que Juan es un sustantivo, compró un verbo, etc.
Cuando terminemos, veremos que Juan es el sujeto y el
resto de la oración, un predicado cuyo núcleo es compró; y que la
oración tiene dos complementos, uno directo (un regalo) y otro indirecto (a su madre).El estudio
morfosintáctico, como puede inferirse de su propio nombre. Es una mezcla de
estudio morfológico y estudio sintáctico.
La morfología
y la sintaxis.
Son las disciplinas que componen la morfosintaxis, si bien no son pocos
los estudiosos de la lengua que consideran imposible estudiar una lengua, de
forma aislada, desde la morfología o desde la sintaxis. Estos lingüistas afirman
que ambas categorías están tan estrechamente ligadas que es del todo imposible
separarlas, y que todo acercamiento a las relaciones gramaticales y
constituyentes de cualquier lengua debería hacerse teniendo en cuenta ambas
disciplinas; es decir, debería hacer desde la morfosintaxis.
La
distinción.
Es aún más complicada cuando el objeto de estudio es una lengua polisintética. En realidad, cuando nos
acercamos a este tipo de lenguas es del
todo imposible realizar una separación entre el ámbito de la sintaxis
y el de la morfología, y esto es debido a que una oración puede llegar
a estar formada por una sóla palabra a la que posteriormente se van añadiendo
toda una serie de morfemas. Así, es la morfosintaxis, y no la morfología ni la sintaxis por
separado, la que otorga el sentido a estas oraciones.
Norma lingüística.
La norma
lingüística comprende una serie de rasgos gramaticales, o de reglas de uso de
la gramática, que se entienden como parte del empleo correcto de una lengua
determinada. Estas reglas comprenden
tantos aspectos relacionados con la interpretación semántica o el
significado social de las oraciones, hasta los aspectos sociolingüísticos,
de estandarización y de política
lingüística.
La normal lingüística más conocida y extendida.
Es la que se denomina lengua estándar. La lengua estándar representa el uso correcto de
una lengua determinada, con sus normas y hábitos asociados.
El conjunto total de usos lingüísticos se
restringe por convención de los hablantes para facilitar las tareas
comunicativas. Así, por ejemplo, ciertas palabras de origen extranjero se
adaptan al nuevo idioma y, convencionalmente, adoptan sus reglas: cómo club o film, cuyos plurales son clubes
y filmes; y no clubs y films, como en sus respectivos idiomas de
procedencia. Entre otros ejemplos podríamos citar la formación de
diminutivos, que se realiza mediante la adición de sufijos en español (de “casa” a
“casita”), y mediante la adición de una palabra significante en inglés
(de
“house” a “little house”). Nuevamente, la regla tiene que ver con la
convención que entendemos por norma lingüística.
El caso del
español.
Tiene una conocida particularidad, y es la diferencia de usos y hábitos entre
el español de España y el de Latinoamérica. Si bien ambos
comparten numerosas reglas morfológicas y sintácticas, existen bastantes
divergencias en cuanto al léxico, donde abundan las peculiaridades
regionales. Y más divergencias encontraremos en el caso de la fonética. De esta forma, se
ha desarrollado toda una corriente entre los lingüísticas que se denomina prescriptivismo
-o
normativismo- lingüístico. Se trata, en resumidas
cuentas, de aquella parte de la lingüística que se ocupa de establecer reglas
para el uso de una lengua determinada.
Que estas reglas sean obligatorias o sólo recomendadas, y que, por lo tanto, salirse de ellas
sea considerado
un error en el uso de la lengua, o simplemente un uso propio y
original, es asunto de acalorado debate. En cualquier caso, este tipo de reglas
suelen seguirse y tomarse muy en serio en el ambiente de la lengua
culta y de la lengua escrita. Para la lengua oral suele dejarse un
espacio mayor de libertad de uso, si bien también se aplican numerosas
correcciones en determinados contextos sociales.
Número
gramatical.
En gramática, el
número es una categoría propia de determinados tipos de palabras que designa la
cantidad de elementos a los que hace referencia una construcción o sintagma.
Fundamentalmente, en función de si
dichas palabras hacen referencia un elemento o varios elementos, éstas pueden
adoptar distintas formas, como su forma singular o su forma plural.
Cada lengua tiene sus propios
procedimientos, tanto de tipo morfológico como de tipo sintáctico,
para expresar el valor del número gramatical.
Número gramatical.
Es una característica gramatical fuertemente extendida, presente en casi
todas las lenguas del mundo, y obligatoria en la mayoría. En todas las
lenguas que aplican esta categoría -que son, como acabamos de decir, casi todas-
existe la forma singular, para expresar la situación en que una palabra
hace referencia a un único elemento. Es así cuando decimos “flor” o “árbol”:
nos referimos a “una flor” y a “un árbol”, no a “dos”, ni a “muchos”.
En cualquier
caso, el otro elemento típicamente presente en todas las lenguas, cuando nos
referimos al número gramatical, es el plural. El plural hace referencia a
dos o más elementos, es decir, más de
uno. Es así cuando nos referimos a tanto a “dos flores” o “dos árboles” como cuando lo hacemos a “muchos”,
“varios”, “algunos”, etc. También se emplea el plural cuando nos
referimos a la colectividad genérica, como cuando decimos “las flores” o “los
árboles”, sin especificar una cantidad exacta.
Palabra conectora.
Las palabras conectoras son
palabras que se utilizan para unir partes distintas de un mensaje (generalmente
para unir oraciones), y establecer el tipo de relación lógica que existe entre
ellas. las preposiciones y los adverbios las palabras que suelen desempeñar
esta función conectora. Y en función de quién la realiza, aportará a la
conexión un tipo de matiz en función de cuál sea su contenido léxico.
Las palabras conectoras aparecen con más
frecuencia en el lenguaje escrito que en el oral. La razón es simple: cuando
hablamos oralmente las conexiones pueden realizarse por medios no estrictamente
verbales, sino también gestuales y tonales.
Como decíamos, en función del tipo de
conexión que necesitemos realizar, podremos utilizar una serie de palabras
conectoras. Vamos a ver algunos ejemplos:
Las conexiones aditivas o copulativas son las
que sirven para añadir más información a un enunciado dado. Aquí entraría “y” y
“ni”, según la frase sea afirmativa o negativa; pero también otros conectores
como “además”, “incluso”, “en primer (segundo, tercer…) lugar”, “paralelamente”,
“también”, “asimismo”, “de la misma manera”, “al mismo tiempo”, etcétera.
Existen diferentes tipos de conexiones
adversativas, que van a su vez asociadas con determinadas palabras conectoras:
- Los adversativos restrictivos se
construyen con palabras como “pero”, “sin embargo” y “no obstante”.
Lógicamente, restringen información a un enunciado anterior.
- Los adversativos exclusivos se
construyen con “sino” o “sino que”, y se emplean para excluir partes de un
enunciado.
- Los adversativos diferenciativos se
construyen con “en cambio” o “mientras que”, y se utilizan para diferenciar una
parte del enunciado de otra.
- Por último, los adversativos de oposición
se construyen con “por el contrario” o “al contrario”, y oponen de forma total
una parte del enunciado a otra.
Siendo estos los más comunes,
también existen palabras conectoras disyuntivas (“o”, “bien”, “ya sea”), causales (“dado que”, “por
este motivo”), concesivas (“pese a”, “aunque”), temporales (“al comienzo”,
“actualmente”, “después), locativos (“junto a”, “al lado de”), repetitivos (“en
pocas palabras”, “de otro modo”), de precisión (“por otra parte”, “con respecto
a”), comparativos (“del mismo modo”, “en cambio”), consecutivos (“por ende,
“por lo tanto”), y condicionales (“si”, “en caso de”).
NIVELES DE LA
LENGUA
Fonema (sonido de la voz). Elemento fónico de una lengua dada no susceptible de ser disociado en
unidades fonológicas más pequeñas, que, como medio para diferenciar los
significados de las palabras, tiene un valor distintivo.
El fonema se define por
las relaciones de oposición que guarda con los otros elementos fónicos de una lengua; se trata, por lo
tanto, de una abstracción. El termino sonido se reserva, en fonología para
designar la realización del fonema en el lenguaje hablado: el sonido reúne
rasgos fónicos pertinentes y no pertinentes; estos últimos dependen de diversas
causas (contexto fónico, particularidades articulatorias del hablante, etc.).
En ciertos casos la realización material de un fonema puede adoptar diversas
formas, llamadas alófonos o variantes combinatorias: tal es el caso, en
castellano, del paso del fonema [b] de oclusivo a fricativo, cuando se
encuentra en posición intervocálica. Para establecer el sistema fonológico o
inventario de fonemas de una lengua, se realizan dos operaciones: la
conmutación, o separación de sus elementos distintivos, y la identificación de
las variantes de un fonema.
Morfema. Unidad mínima portadora de sentido.
Recogiendo la distinción tradicional
entre radicales y afijos, algunos gramáticos denominan morfemas a los diversos
segmentos (o desinencias) capaces de indicar la pertenencia de una palabra a
una clase gramatical (sustantivo, verbo, etc.), así como su función dentro de
la oración; frecuentemente esta relación incluye además las “palabras
funcionales”, como el artículo, la preposición o la conjunción. En la actual
terminología lingüística, el morfema representa el elemento significativo más
pequeño individualizado en un enunciado, que no se puede dividir en unidades
menores sin pasar al nivel fonológico. Así pues, los morfemas constituyen
unidades mínimas de la primera articulación, mientras que los fonemas son
unidades mínimas de la segunda articulación. Se dirá entonces que un enunciado
como Las planchadoras trabajan está compuesto, gráficamente de siete morfemas:
La + s + planch + ador + as + trabaj + an. Se puede distinguir también entre
morfemas léxicos y morfemas gramaticales: los primero pertenecen a una lista
abierta (planch, trabaj) y los segundos a una lista cerrada (la, s, ador, as,
an). En la terminología de A. Martinet estas dos clases corresponden
respectivamente a lexemas a morfemas, clases pertenecientes a la más amplia de
monemas. Los segundos se diferencian a su vez en morfemas enlazados, es decir
aquellos que existen solo en asociación con otro morfema (por ej., las
indicaciones de plural) y los morfemas no enlazados (los artículos, los
pronombres, etc.).
Para resolver el delicado problema de
las diversas formas que corresponden a una misma noción gramatical, será útil
concebir el morfema como un elemento abstracto: de este modo, los términos
niños, paredes incluyen cada uno de ellos un morfema léxico y unas indicaciones
(s, es) que tienen como función señalar el plural. En este caso se podría
hablar de un único morfema de plural, capaz de realizarse de diferentes maneras
de acuerdo a las circunstancias: los segmentos concretos inmediatamente
aislables en el enunciado se denominan, de una manera general, morfos, y cuando
representan las distintas realizaciones (o variantes) de una misma noción
gramatical (en este caso, el plural), se llamarán alomorfos. El morfema ir en
español es claro ejemplo de alomorfismo, ya que se realiza mediante los
alomorfos: i (en iré, iba), v. (en vas, vamos) y fu (en fuimos,
fuéramos).
Palabra. Sonido o conjunto de sonidos que representan un ser, un objeto,
una idea; representación gráfica de este sonido o sonidos; facultad de expresar
el pensamiento por medio del lenguaje articulado.
Como herencia de las gramáticas
tradicionales, la noción de palabra se ha difundido hasta tal punto que
cualquier hablante es capaz de ofrecer un ejemplo en su propia lengua; el
término ha asumido en el uso corriente una acepción que A. Martinet ha definido
así: “un segmento de cadena hablada o del texto escrito tal que se pueda
extraer de su contexto pronunciándolo aisladamente o separándolo mediante un
espacio en blanco de los demás elementos del texto, y atribuirle un significado
y una función sintáctica”. Sin embargo, los lingüistas contemporáneos,
atendiendo al funcionamiento de las unidades en los enunciados del código oral,
se niegan a reconocer a la palabra una existencia lingüística, ya que no puede
ser explicada por ningún criterio fonético, morfológico o semántico
indiscutible. Aunque controvertida a nivel teórico, la noción de palabra sigue
siendo operativa en el campo de la práctica lexicográfica.
La palabra se compone de un radical o
semantema (portador de la significación) y un morfema o marca gramatical
(flexiones, afijos, prefijos y sufijos, etc.). La palabra va acompañada de
cierto número de nociones gramaticales, etimológicas, y por algunos rasgos
semánticos que entran en su definición.
Sintagma. Para Saussure, combinación de dos o más unidades
consecutivas en la cadena hablada (por ej., releer; contra todos; la vida
humana; saldremos). Para la lingüística estructural: grupo de elementos que
forman una estructura jerarquizada. El término va seguido de un calificativo
que define su categoría gramatical: sintagma nominal, verbal, preposicional,
adjetival.
El significado del
término sintagma deriva de lo que Saussure denomina
relaciones sintagmáticas del enunciado, opuestas a las asociativas. En
principio, la formación de los sintagmas se basa pues en el encadenamiento
lineal de los morfemas; los paradigmas, en cambio, constituyen series de elementos
basadas en relaciones asociativas. Sin embargo, sólo al reunir estos dos tipos
de relaciones es posible deducir la estructura sintagma de una oración. Así, en
El niño recién llegado pide un trozo de pastel, podría sustituirse El niño por
el nombre Pablo y niño recién llegado por el sustantivo vecino. Estas
operaciones permiten comprender la relación jerárquica que rige la integración
de los morfemas en sintagmas: recién llegado, que podría sustituirse por el
adjetivo pequeño, constituye un sintagma adjetival (SA) que, a su vez, depende
del sintagma nominal (SN) el niño recién llegado.
Nexus o nexo. Nudo, unión o vínculo. Elemento lingüístico (cópula,
preposición, etc.) que, en el `plano sintagmático, enlaza otros dos elementos.
Oración. Conjunto de elementos
lingüísticos que forman una unidad sintáctica relativamente independiente y
completa. Es la institución básica de la comunicación lingüística. Afecta a la
entonación, al sentido y a la articulación gramatical.
Desde antiguo, las distintas escuelas
lingüísticas han pretendido dar una definición satisfactoria. Las primeras ya
apuntaban al sentido: “oración es una unión de palabras que representan un
sentido completo” (Dionisio de Tracia); “la ordenación coherente de palabras
que expresan un pensamiento completo” (Prisciano). La escuela Port-Royal
destaca el aspecto de la articulación, al definir la oración como la expresión
que consta de un sujeto y un predicado. La entonación tiene importancia en la
definición de Lerch: “manifestación lingüística con plenitud de sentido, que se
caracteriza como un todo clauso en virtud de melodía propia”. Acaso sea
Bloomfield quien acierte con una fórmula más estrictamente lingüística al
partir de la posición absoluta, la no incluida en una forma más amplia, articulada
o no, con una u otra entonación.
Parágrafo o párrafo. Cada una de las divisiones de un escrito señaladas por
letra mayúscula al principio del renglón y punto y aparte al final del trozo de
escritura.
Monólogo. Es una convención teatral.
Separado del diálogo, a veces largo (toma entonces la forma de un parlamento),
resulta inverosímil por naturaleza, pues no se concibe que una persona sola
hable en voz alta. Por esta razón, el teatro realista o naturalista ha atacado
el monólogo, presente en todo arte dramático, por su teatralidad. El monólogo
permite informar al público de sucesos pasados (es entonces una especie de
relato) y que el personaje exprese la intensidad de sus sentimientos (monólogo
lírico), dándole ocasión de reflexionar antes de tomar una decisión. Desde el
apartado a las estrofas, el monólogo toma distintas formas de acuerdo con los
distintos géneros teatrales.
Diálogo. Coloquio,
conversación o plática entre dos o más personas.
En el diálogo, el discurso transcurre
dialécticamente. Ha sido utilizado en la exposición de sus sistemas por Platón,
san Agustín, Galileo, Berkeley, Hume, Diderot. En la época contemporánea, el
diálogo se convierte en tema expreso de la filosofía, como generalización de
los problemas de la comunicación existencial y del problema del “otro”. Entre
los filósofos de esta tendencia más preocupados por el diálogo destaca Martin
Buber: “el diálogo es la comunicación existencial entre Yo y Tu”.
CONCLUSIÓN
A través de la oportunidad que nos ha
brindado este pequeño trabajo de investigación hemos podido comprobar que las
necesidades de intervención en casos de discapacidad intelectual son una
realidad a la que no siempre se enfrentan adecuadamente preparados los centros
ordinarios.
En definitiva, la conclusión a la que hemos
llegado es que en muchos casos las intervenciones psicoeducativas en el caso de
discapacidades intelectuales se quedan más bien en los manuales universitarios,
y no es porque no haya necesidad de intervenir, pensamos que tal vez se debe ,
un poco a la falta de suficiente formación de los profesionales implicados en
este tipo de actuaciones , y un poco a la implicación insuficiente de los
centros ordinarios en esta clase de educación "especial", aunque
nunca se debe generalizar y, al fin y al cabo, nosotras solo hemos tenido
acceso a una pequeñísima porción de la realidad docente actual y acotada a un
ámbito geográfico muy concreto.
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