martes, 20 de junio de 2017

Morfosintaxis


Introducción.
La morfosintaxis es una parte de la lingüística que estudia, concretamente, el conjunto de las reglas y los elementos que hacen de la oración un elemento con sentido y carente de ambigüedad. Para ello, el análisis morfosintáctico se ocupa de marcar las relaciones gramaticales que se dan dentro de una oración, las relaciones de concordancia, las indexaciones y la estructura jerárquica de los principales constituyentes sintácticos.


*    Morfosintaxis
La morfosintaxis se refiere al conjunto de elementos y reglas que permiten construir oraciones con sentido y carentes de ambigüedad mediante el marcaje de relaciones gramaticales, concordancias, indexaciones y estructura jerárquica de constituyentes sintácticos.
Para llevar a cabo el estudio morfosintáctico de una oración, lo que se hace es: Sumar a un estadio morfológico otro sintáctico. Es decir, primero analizamos las palabras, una por una, y establecemos su tipología y categorización: de esta forma tendremos sustantivos, verbos, determinantes, preposiciones, etc.
Posteriormente, haremos un análisis de tipo sintáctico, lo que nos llevará a establecer la función de esas palabras y sus agrupaciones en sintagmas. Así obtendremos el núcleo de la oración, el sujeto y el predicado, los complementos, y las relaciones entre ellos.
Ejemplo.
La oración “Juan compró un regalo para su madre”, primero haremos un análisis morfológico que nos dirá que Juan es un sustantivo, compró un verbo, etc.
Cuando terminemos, veremos que Juan es el sujeto y el resto de la oración, un predicado cuyo núcleo es compró; y que la oración tiene dos complementos, uno directo (un regalo) y otro indirecto (a su madre).El estudio morfosintáctico, como puede inferirse de su propio nombre. Es una mezcla de estudio morfológico y estudio sintáctico.
*    La morfología y la sintaxis.
Son las disciplinas que componen la morfosintaxis, si bien no son pocos los estudiosos de la lengua que consideran imposible estudiar una lengua, de forma aislada, desde la morfología o desde la sintaxis. Estos lingüistas afirman que ambas categorías están tan estrechamente ligadas que es del todo imposible separarlas, y que todo acercamiento a las relaciones gramaticales y constituyentes de cualquier lengua debería hacerse teniendo en cuenta ambas disciplinas; es decir, debería hacer desde la morfosintaxis.
*    La distinción.
Es aún más complicada cuando el objeto de estudio es una lengua polisintética. En realidad, cuando nos acercamos a este tipo de lenguas es del todo imposible realizar una separación entre el ámbito de la sintaxis y el de la morfología, y esto es debido a que una oración puede llegar a estar formada por una sóla palabra a la que posteriormente se van añadiendo toda una serie de morfemas. Así, es la morfosintaxis, y no la morfología ni la sintaxis por separado, la que otorga el sentido a estas oraciones.

*    Norma lingüística.

La norma lingüística comprende una serie de rasgos gramaticales, o de reglas de uso de la gramática, que se entienden como parte del empleo correcto de una lengua determinada. Estas reglas comprenden tantos aspectos relacionados con la interpretación semántica o el significado social de las oraciones, hasta los aspectos sociolingüísticos, de estandarización y de política lingüística.

*    La normal lingüística más conocida y extendida.
Es la que se denomina lengua estándar. La lengua estándar representa el uso correcto de una lengua determinada, con sus normas y hábitos asociados.
El conjunto total de usos lingüísticos se restringe por convención de los hablantes para facilitar las tareas comunicativas. Así, por ejemplo, ciertas palabras de origen extranjero se adaptan al nuevo idioma y, convencionalmente, adoptan sus reglas: cómo club o film, cuyos plurales son clubes y filmes; y no clubs y films, como en sus respectivos idiomas de procedencia. Entre otros ejemplos podríamos citar la formación de diminutivos, que se realiza mediante la adición de sufijos en español (de “casa” a “casita”), y mediante la adición de una palabra significante en inglés (de “house” a “little house”). Nuevamente, la regla tiene que ver con la convención que entendemos por norma lingüística.

*    El caso del español.
Tiene una conocida particularidad, y es la diferencia de usos y hábitos entre el español de España y el de Latinoamérica. Si bien ambos comparten numerosas reglas morfológicas y sintácticas, existen bastantes divergencias en cuanto al léxico, donde abundan las peculiaridades regionales. Y más divergencias encontraremos en el caso de la fonética. De esta forma, se ha desarrollado toda una corriente entre los lingüísticas que se denomina prescriptivismo -o normativismo- lingüístico. Se trata, en resumidas cuentas, de aquella parte de la lingüística que se ocupa de establecer reglas para el uso de una lengua determinada.
Que estas reglas sean obligatorias o sólo recomendadas, y que, por lo tanto, salirse de ellas sea considerado un error en el uso de la lengua, o simplemente un uso propio y original, es asunto de acalorado debate. En cualquier caso, este tipo de reglas suelen seguirse y tomarse muy en serio en el ambiente de la lengua culta y de la lengua escrita. Para la lengua oral suele dejarse un espacio mayor de libertad de uso, si bien también se aplican numerosas correcciones en determinados contextos sociales.
*    Número gramatical.
En gramática, el número es una categoría propia de determinados tipos de palabras que designa la cantidad de elementos a los que hace referencia una construcción o sintagma. 
Fundamentalmente, en función de si dichas palabras hacen referencia un elemento o varios elementos, éstas pueden adoptar distintas formas, como su forma singular o su forma plural.
Cada lengua tiene sus propios procedimientos, tanto de tipo morfológico como de tipo sintáctico, para expresar el valor del número gramatical.

*    Número gramatical.
Es una característica gramatical fuertemente extendida, presente en casi todas las lenguas del mundo, y obligatoria en la mayoría. En todas las lenguas que aplican esta categoría -que son, como acabamos de decir, casi todas- existe la forma singular, para expresar la situación en que una palabra hace referencia a un único elemento. Es así cuando decimos “flor” o “árbol”: nos referimos a “una flor” y a “un árbol”, no a “dos”, ni a “muchos”. En cualquier caso, el otro elemento típicamente presente en todas las lenguas, cuando nos referimos al número gramatical, es el plural. El plural hace referencia a dos o más elementos, es decir, más de uno. Es así cuando nos referimos a tanto a “dos flores” o “dos árboles” como cuando lo hacemos a “muchos”, “varios”, “algunos”, etc. También se emplea el plural cuando nos referimos a la colectividad genérica, como cuando decimos “las flores” o “los árboles”, sin especificar una cantidad exacta.

*    Palabra conectora.

Las palabras conectoras son palabras que se utilizan para unir partes distintas de un mensaje (generalmente para unir oraciones), y establecer el tipo de relación lógica que existe entre ellas. las preposiciones y los adverbios las palabras que suelen desempeñar esta función conectora. Y en función de quién la realiza, aportará a la conexión un tipo de matiz en función de cuál sea su contenido léxico.
Las palabras conectoras aparecen con más frecuencia en el lenguaje escrito que en el oral. La razón es simple: cuando hablamos oralmente las conexiones pueden realizarse por medios no estrictamente verbales, sino también gestuales y tonales.
Como decíamos, en función del tipo de conexión que necesitemos realizar, podremos utilizar una serie de palabras conectoras. Vamos a ver algunos ejemplos:
Las conexiones aditivas o copulativas son las que sirven para añadir más información a un enunciado dado. Aquí entraría “y” y “ni”, según la frase sea afirmativa o negativa; pero también otros conectores como “además”, “incluso”, “en primer (segundo, tercer…) lugar”, “paralelamente”, “también”, “asimismo”, “de la misma manera”, “al mismo tiempo”, etcétera.
Existen diferentes tipos de conexiones adversativas, que van a su vez asociadas con determinadas palabras conectoras:
- Los adversativos restrictivos se construyen con palabras como “pero”, “sin embargo” y “no obstante”. Lógicamente, restringen información a un enunciado anterior.

- Los adversativos exclusivos se construyen con “sino” o “sino que”, y se emplean para excluir partes de un enunciado.

- Los adversativos diferenciativos se construyen con “en cambio” o “mientras que”, y se utilizan para diferenciar una parte del enunciado de otra.

- Por último, los adversativos de oposición se construyen con “por el contrario” o “al contrario”, y oponen de forma total una parte del enunciado a otra.

Siendo estos los más comunes, también existen palabras conectoras disyuntivas (“o”, “bien”, “ya sea”), causales (“dado que”, “por este motivo”), concesivas (“pese a”, “aunque”), temporales (“al comienzo”, “actualmente”, “después), locativos (“junto a”, “al lado de”), repetitivos (“en pocas palabras”, “de otro modo”), de precisión (“por otra parte”, “con respecto a”), comparativos (“del mismo modo”, “en cambio”), consecutivos (“por ende, “por lo tanto”), y condicionales (“si”, “en caso de”).

*    NIVELES DE LA LENGUA

Fonema (sonido de la voz). Elemento fónico de una lengua dada no susceptible de ser disociado en unidades fonológicas más pequeñas, que, como medio para diferenciar los significados de las palabras, tiene un valor distintivo.

El fonema se define por las relaciones de oposición que guarda con los otros elementos fónicos de una lengua; se trata, por lo tanto, de una abstracción. El termino sonido se reserva, en fonología para designar la realización del fonema en el lenguaje hablado: el sonido reúne rasgos fónicos pertinentes y no pertinentes; estos últimos dependen de diversas causas (contexto fónico, particularidades articulatorias del hablante, etc.). En ciertos casos la realización material de un fonema puede adoptar diversas formas, llamadas alófonos o variantes combinatorias: tal es el caso, en castellano, del paso del fonema [b] de oclusivo a fricativo, cuando se encuentra en posición intervocálica. Para establecer el sistema fonológico o inventario de fonemas de una lengua, se realizan dos operaciones: la conmutación, o separación de sus elementos distintivos, y la identificación de las variantes de un fonema.





Morfema. Unidad mínima portadora de sentido.

Recogiendo la distinción tradicional entre radicales y afijos, algunos gramáticos denominan morfemas a los diversos segmentos (o desinencias) capaces de indicar la pertenencia de una palabra a una clase gramatical (sustantivo, verbo, etc.), así como su función dentro de la oración; frecuentemente esta relación incluye además las “palabras funcionales”, como el artículo, la preposición o la conjunción. En la actual terminología lingüística, el morfema representa el elemento significativo más pequeño individualizado en un enunciado, que no se puede dividir en unidades menores sin pasar al nivel fonológico. Así pues, los morfemas constituyen unidades mínimas de la primera articulación, mientras que los fonemas son unidades mínimas de la segunda articulación. Se dirá entonces que un enunciado como Las planchadoras trabajan está compuesto, gráficamente de siete morfemas: La + s + planch + ador + as + trabaj + an. Se puede distinguir también entre morfemas léxicos y morfemas gramaticales: los primero pertenecen a una lista abierta (planch, trabaj) y los segundos a una lista cerrada (la, s, ador, as, an). En la terminología de A. Martinet estas dos clases corresponden respectivamente a lexemas a morfemas, clases pertenecientes a la más amplia de monemas. Los segundos se diferencian a su vez en morfemas enlazados, es decir aquellos que existen solo en asociación con otro morfema (por ej., las indicaciones de plural) y los morfemas no enlazados (los artículos, los pronombres, etc.).

Para resolver el delicado problema de las diversas formas que corresponden a una misma noción gramatical, será útil concebir el morfema como un elemento abstracto: de este modo, los términos niños, paredes incluyen cada uno de ellos un morfema léxico y unas indicaciones (s, es) que tienen como función señalar el plural. En este caso se podría hablar de un único morfema de plural, capaz de realizarse de diferentes maneras de acuerdo a las circunstancias: los segmentos concretos inmediatamente aislables en el enunciado se denominan, de una manera general, morfos, y cuando representan las distintas realizaciones (o variantes) de una misma noción gramatical (en este caso, el plural), se llamarán alomorfos. El morfema ir en español es claro ejemplo de alomorfismo, ya que se realiza mediante los alomorfos: i (en iré, iba), v. (en vas, vamos) y fu (en fuimos, fuéramos).

Palabra. Sonido o conjunto de sonidos que representan un ser, un objeto, una idea; representación gráfica de este sonido o sonidos; facultad de expresar el pensamiento por medio del lenguaje articulado.

Como herencia de las gramáticas tradicionales, la noción de palabra se ha difundido hasta tal punto que cualquier hablante es capaz de ofrecer un ejemplo en su propia lengua; el término ha asumido en el uso corriente una acepción que A. Martinet ha definido así: “un segmento de cadena hablada o del texto escrito tal que se pueda extraer de su contexto pronunciándolo aisladamente o separándolo mediante un espacio en blanco de los demás elementos del texto, y atribuirle un significado y una función sintáctica”. Sin embargo, los lingüistas contemporáneos, atendiendo al funcionamiento de las unidades en los enunciados del código oral, se niegan a reconocer a la palabra una existencia lingüística, ya que no puede ser explicada por ningún criterio fonético, morfológico o semántico indiscutible. Aunque controvertida a nivel teórico, la noción de palabra sigue siendo operativa en el campo de la práctica lexicográfica.

La palabra se compone de un radical o semantema (portador de la significación) y un morfema o marca gramatical (flexiones, afijos, prefijos y sufijos, etc.). La palabra va acompañada de cierto número de nociones gramaticales, etimológicas, y por algunos rasgos semánticos que entran en su definición.

Sintagma. Para Saussure, combinación de dos o más unidades consecutivas en la cadena hablada (por ej., releer; contra todos; la vida humana; saldremos). Para la lingüística estructural: grupo de elementos que forman una estructura jerarquizada. El término va seguido de un calificativo que define su categoría gramatical: sintagma nominal, verbal, preposicional, adjetival.

El significado del término sintagma deriva de lo que Saussure denomina relaciones sintagmáticas del enunciado, opuestas a las asociativas. En principio, la formación de los sintagmas se basa pues en el encadenamiento lineal de los morfemas; los paradigmas, en cambio, constituyen series de elementos basadas en relaciones asociativas. Sin embargo, sólo al reunir estos dos tipos de relaciones es posible deducir la estructura sintagma de una oración. Así, en El niño recién llegado pide un trozo de pastel, podría sustituirse El niño por el nombre Pablo y niño recién llegado por el sustantivo vecino. Estas operaciones permiten comprender la relación jerárquica que rige la integración de los morfemas en sintagmas: recién llegado, que podría sustituirse por el adjetivo pequeño, constituye un sintagma adjetival (SA) que, a su vez, depende del sintagma nominal (SN) el niño recién llegado.

Nexus o nexo. Nudo, unión o vínculo. Elemento lingüístico (cópula, preposición, etc.) que, en el `plano sintagmático, enlaza otros dos elementos.

Oración. Conjunto de elementos lingüísticos que forman una unidad sintáctica relativamente independiente y completa. Es la institución básica de la comunicación lingüística. Afecta a la entonación, al sentido y a la articulación gramatical.

Desde antiguo, las distintas escuelas lingüísticas han pretendido dar una definición satisfactoria. Las primeras ya apuntaban al sentido: “oración es una unión de palabras que representan un sentido completo” (Dionisio de Tracia); “la ordenación coherente de palabras que expresan un pensamiento completo” (Prisciano). La escuela Port-Royal destaca el aspecto de la articulación, al definir la oración como la expresión que consta de un sujeto y un predicado. La entonación tiene importancia en la definición de Lerch: “manifestación lingüística con plenitud de sentido, que se caracteriza como un todo clauso en virtud de melodía propia”. Acaso sea Bloomfield quien acierte con una fórmula más estrictamente lingüística al partir de la posición absoluta, la no incluida en una forma más amplia, articulada o no, con una u otra entonación.

Parágrafo o párrafo. Cada una de las divisiones de un escrito señaladas por letra mayúscula al principio del renglón y punto y aparte al final del trozo de escritura.

Monólogo. Es una convención teatral. Separado del diálogo, a veces largo (toma entonces la forma de un parlamento), resulta inverosímil por naturaleza, pues no se concibe que una persona sola hable en voz alta. Por esta razón, el teatro realista o naturalista ha atacado el monólogo, presente en todo arte dramático, por su teatralidad. El monólogo permite informar al público de sucesos pasados (es entonces una especie de relato) y que el personaje exprese la intensidad de sus sentimientos (monólogo lírico), dándole ocasión de reflexionar antes de tomar una decisión. Desde el apartado a las estrofas, el monólogo toma distintas formas de acuerdo con los distintos géneros teatrales.
Diálogo. Coloquio, conversación o plática entre dos o más personas.

En el diálogo, el discurso transcurre dialécticamente. Ha sido utilizado en la exposición de sus sistemas por Platón, san Agustín, Galileo, Berkeley, Hume, Diderot. En la época contemporánea, el diálogo se convierte en tema expreso de la filosofía, como generalización de los problemas de la comunicación existencial y del problema del “otro”. Entre los filósofos de esta tendencia más preocupados por el diálogo destaca Martin Buber: “el diálogo es la comunicación existencial entre Yo y Tu”.




CONCLUSIÓN
A través de la oportunidad que nos ha brindado este pequeño trabajo de investigación hemos podido comprobar que las necesidades de intervención en casos de discapacidad intelectual son una realidad a la que no siempre se enfrentan adecuadamente preparados los centros ordinarios.


 En definitiva, la conclusión a la que hemos llegado es que en muchos casos las intervenciones psicoeducativas en el caso de discapacidades intelectuales se quedan más bien en los manuales universitarios, y no es porque no haya necesidad de intervenir, pensamos que tal vez se debe , un poco a la falta de suficiente formación de los profesionales implicados en este tipo de actuaciones , y un poco a la implicación insuficiente de los centros ordinarios en esta clase de educación "especial", aunque nunca se debe generalizar y, al fin y al cabo, nosotras solo hemos tenido acceso a una pequeñísima porción de la realidad docente actual y acotada a un ámbito geográfico muy concreto.

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